El sector de fertilizantes y afines ha estado históricamente cuestionado.
Por un lado, se ha tachado a los operadores de ser poco transparentes y de alterar el precio final de los productos, acumulando en sus almacenes gran cantidad de materias primas muy concretas y ponerlas a la venta en el momento oportuno.
Por otro lado, se ha tachado al sector de poco profesional al desarrollar productos con muy poca base científica y además siempre se han mantenido dudas sobre los porcentajes de riqueza declarados.
Sin embargo en la última década son muchas las empresas que empujadas por la entrada de multinacionales han realizado un serio esfuerzo de inversión en el desarrollo y calidad de los productos, tanto desde el punto de vista agronómico como económico.
Esto ha facilitado que actualmente exista una clara diferenciación entre empresas que han avanzado muchísimo y otras que se han quedado anquilosadas en el pasado.
Sin embargo, el mercado todavía tiene dudas sobre la transparencia del sector y es remiso, por ejemplo, a la aceptación de nuevos desarrollos de productos más eficientes y económicos ó la calidad declarada por el operador.
Estos son los motivos que, a mi juicio, deben facilitar la creación de un Código de Buenas prácticas, privado, sectorial y voluntario para todos los operadores del sector de fertilizantes y afines y como no, impulsados por las propias Asociaciones del Sector quienes deben ver en esta creación una oportunidad de ofrecer mayor transparencia y calidad en el sector.
El ámbito de aplicación de éste Código de Buenas Prácticas debe ser extensible a todos los operadores, es decir, fabricantes, importadores, formuladores, almacenistas, envasadores, distribuidores, etc… tanto de productos fertilizantes como todo tipo de productos relacionados como fitosanitarios, ecológicos etc…
Asimismo es una buena oportunidad para reivindicar el sitio que agronómicamente nos merecemos como país. Son muchas las empresas que están comercializando sus productos en los 5 continentes, proporcionando no sólo productos, sino también exportando sus conocimientos y experiencia a miles de empresas situadas en lugares tan recónditos como Yemen ó Zimbabwe.
Dado el prestigio agronómico de nuestro país, este tipo de códigos de buenas prácticas es perfectamente extrapolable a otros países. Actualmente existen este tipo de normas en los sectores de los piensos , el corcho y la madera, por ejemplo, con bastante éxito.
Las ventajas que otorgan este tipo de normas sectoriales son entre otras:
- Apoyo a la exportación. España como potencia agronómica puede internacionalizar esta norma con el objetivo de crear barreras de entrada en el sector y exija a otros operadores internacionales los mismos requisitos.
- Mejora la competitividad de la industria española de fertilizantes y afines.
- Permite que la percepción fruto del valor añadido aportado por las empresas sea valorado en mayor medida.
- Incluye la integración de otras normas internacionales de Calidad ISO 9001, Medio Ambiente ISO 14001, Seguridad Laboral OHSAS 18001 y otras como la Certificación de fabricantes de fertilizantes según R.D. 824/2005 lo que permite que la empresa centre su esfuerzo en una sola certificación.
- Crean sinergias con otras normas como Global Gap y similares lo que potencia la coherencia con la trazabilidad y la calidad alimentaria.
Estoy plenamente convencido de la viabilidad de este Código que favorecería a las empresas pujantes y con futuro y que permitiría al cliente poder diferenciar frente a otras empresas que utilizan métodos anquilosados y que cometen graves irregularidades en el peso y calidad de sus productos.